¿Sabías que un estudio puede predecir fracturas?
“Yo nunca me he fracturado, ¿para qué me haría ese estudio?”
Esa es una frase que escuchamos mucho… especialmente de pacientes que, hasta ese momento, se sienten “fuertes” o “sin problemas”. Pero te cuento algo que he visto más de una vez: personas que llegan caminando, tranquilas, y en cuestión de semanas están en reposo absoluto por una fractura que pudo haberse prevenido.
Porque sí: hay un estudio que puede predecir el riesgo de fracturas antes de que ocurran. Se llama densitometría ósea y, aunque muchos lo ven como algo “solo para viejitos”, en realidad es una herramienta poderosa que puede cambiar tu historia.
Imagínate esto: revisar los cimientos de una casa antes de que se agrieten las paredes. Eso hace este estudio. Evalúa qué tan fuerte está tu estructura ósea, cuánto calcio conservan tus huesos y qué tanto riesgo tienes de que una caída común termine en algo serio.
En Laancico hemos detectado osteoporosis en pacientes que ni sospechaban que sus huesos ya estaban debilitados. Gente activa, sin dolor, sin fracturas previas… pero en riesgo silencioso. Y gracias a una densitometría oportuna, lograron empezar tratamiento, cambiar hábitos y evitar complicaciones.
Por eso te pregunto: ¿No crees que vale la pena saber antes… en lugar de lamentar después?
¿Qué es la densitometría ósea y para quién es?
La densitometría ósea, también conocida como DEXA, es un estudio que permite medir qué tan densos y fuertes están tus huesos. Suena técnico, pero en realidad es algo muy sencillo: se trata de una especie de “radiografía avanzada” que, en menos de 15 minutos, puede decirnos si estás en riesgo de sufrir una fractura. Utiliza una dosis mínima de radiación —mucho menor que la de una radiografía común— y se enfoca principalmente en dos zonas clave: la columna lumbar y las caderas, que son las áreas donde con más frecuencia ocurren fracturas relacionadas con la osteoporosis.
Este estudio no duele, no requiere preparación previa y no causa molestias. Es tan simple que muchas personas se sorprenden al terminarlo tan rápido. Pero lo importante no es solo lo fácil que resulta hacerlo, sino la información valiosa que ofrece: saber si tus huesos están perdiendo calcio, si estás en una etapa de osteopenia o si ya presentas osteoporosis sin haberte dado cuenta.
Aunque muchas veces se piensa que este estudio es solo para “viejitos”, la realidad es muy distinta. Existen grupos específicos que tienen un mayor riesgo y que, por lo tanto, deberían considerar seriamente hacerse una densitometría. Por ejemplo, se recomienda en mujeres mayores de 65 años, en mujeres posmenopáusicas incluso si son más jóvenes, en hombres mayores de 70, y también en personas que ya han tenido una fractura tras una caída leve. Otros factores de riesgo incluyen el uso prolongado de ciertos medicamentos como cortisona, la presencia de enfermedades como artritis reumatoide o diabetes, y los antecedentes familiares de osteoporosis.
En la consulta, es común escuchar frases como: “Pero yo me siento bien, camino diario, nunca me he caído…”. Y está perfecto que te sientas bien, pero justamente por eso vale la pena actuar a tiempo. La pérdida de masa ósea es silenciosa. No duele, no avisa, no da señales claras. Por eso es tan importante detectarla antes de que ocurra una fractura. Porque una vez que el hueso se rompe, ya no estamos previniendo, estamos corrigiendo. Y muchas veces, las consecuencias de una fractura pueden ser duraderas: reposo prolongado, pérdida de movilidad, miedo a volver a caminar como antes.
He conocido pacientes que llegaron a la clínica sin síntomas, simplemente por recomendación médica o porque una hija insistió. Les hicimos la densitometría… y descubrimos que ya estaban en etapa de osteoporosis. Gracias a eso pudieron iniciar tratamiento a tiempo, ajustar su alimentación, reforzar el ejercicio, y evitar algo que pudo haber cambiado radicalmente su vida.
Por eso lo decimos con claridad: no esperes a fracturarte para hacer algo. Haz algo antes. La densitometría es una herramienta simple, accesible y poderosa. Si tienes dudas sobre si es el momento adecuado para hacértela, lo mejor es consultarlo. Pero dejarlo pasar, pensando que “a mí no me va a pasar”, es justo lo que hace que muchos lleguen tarde.
¿Qué significan los resultados de la densitometría?
Cuando terminamos una densitometría, muchas personas se quedan mirando el reporte sin entender gran cosa. Ven números, siglas, gráficos... y se sienten igual que cuando les entregan un estado de cuenta lleno de términos raros. Pero no te preocupes. Lo más importante del resultado es una cifra llamada T-score, y te voy a explicar qué significa de forma sencilla.
El T-score es una comparación entre la densidad de tus huesos y la de una persona joven y sana del mismo sexo. Es como si midiéramos cuánto te has desviado del “ideal”. Si tu T-score está por encima de -1, estás dentro del rango normal. Si está entre -1 y -2.5, hablamos de osteopenia, que es una etapa intermedia donde los huesos ya han perdido algo de densidad, pero aún no han llegado a la fragilidad extrema. Si el valor es menor a -2.5, ya estamos frente a una osteoporosis.
Esto no es para asustarte, sino para ayudarte a entender dónde estás parado. No es una sentencia. Es una oportunidad de actuar.
Muchas veces, al ver un resultado con osteopenia, la gente dice: “Ah, entonces no es tan grave”. Pero aquí es donde entra algo crucial: el riesgo de fractura no depende solo del número, sino también de otros factores como la edad, si has tenido fracturas previas, tu peso corporal, si fumas, si tomas ciertos medicamentos o si tienes alguna enfermedad crónica. Por eso existe una herramienta llamada FRAX, que calcula el riesgo de fractura a 10 años, combinando el T-score con tus antecedentes personales.
Y ese riesgo puede cambiar. Si tomas medidas, si haces cambios en tu estilo de vida, si empiezas tratamiento cuando es necesario, puedes reducirlo. En otras palabras, no estás condenado a fracturarte. El resultado no te define; te orienta.
Recuerdo el caso de una paciente de 64 años, que llegó a consulta sin ningún síntoma. Era activa, cuidaba a sus nietos, caminaba diario, y venía solo porque su hija insistió. Su T-score salió en -2.3, es decir, con osteopenia avanzada, cerca del umbral de osteoporosis. Usamos la herramienta de riesgo de fractura y vimos que su probabilidad a 10 años era bastante alta. Pero gracias a ese resultado, su médico de cabecera inició con suplemento de calcio, vitamina D, ejercicios de impacto suave, y una revisión con su reumatólogo. Hoy, dos años después, no ha tenido fracturas y se siente incluso más fuerte que antes.
Esa es la verdadera utilidad del estudio: no es para etiquetarte, es para darte tiempo de actuar.
Lo que hacemos con esa información es lo que marca la diferencia. Por eso es tan importante que, si ya te hiciste la densitometría, no te quedes solo con el papel. Platica el resultado con tu médico. Interprétalo en contexto. Y si aún no te la has hecho, pero tienes factores de riesgo, no lo dejes para después. A veces, una sola cifra puede ser el aviso que estabas esperando para prevenir algo mayor.
¿Por qué importa tanto prevenir fracturas?
Hay algo que solemos subestimar: lo frágil que puede volverse el cuerpo cuando un hueso se rompe. Pensamos que una fractura “se cura”, que basta con el yeso o la cirugía, y listo. Pero en personas mayores —especialmente en quienes tienen osteoporosis— una fractura puede ser el inicio de una cadena de complicaciones que afectan la vida entera.
Cuando un hueso se rompe, no solo se parte el hueso: también se quiebra la rutina, la independencia, la confianza. Muchas veces, lo que empieza con una caída termina en hospitalización, pérdida de movilidad, ansiedad, y en casos graves, en una disminución importante de la calidad de vida. He tenido pacientes que después de una fractura de cadera ya no volvieron a caminar igual. Otros dejaron de salir por miedo a caer de nuevo. Y no son casos raros: son historias que se repiten más seguido de lo que imaginamos.
Y lo más duro es que muchas de esas fracturas se pudieron haber evitado.
Por eso insistimos tanto en la prevención. Porque cuando se detecta a tiempo la pérdida de masa ósea, podemos intervenir antes de que ocurra una lesión. Podemos comenzar tratamiento, ajustar hábitos, suplementar lo necesario. Es como reforzar una pared que empieza a mostrar grietas antes de que se venga abajo.
Y no estamos hablando solo de adultos mayores. A veces las fracturas por fragilidad ocurren en personas de 60, 55 o incluso antes, sobre todo si hay menopausia precoz, antecedentes familiares, enfermedades crónicas o uso prolongado de medicamentos que debilitan los huesos.
Me viene a la mente el caso de Don Rubén, un hombre de 68 años, fuerte, trabajador, con años en la minería. Nunca pensó en hacerse un estudio porque “nunca se me ha quebrado nada”. Hasta que una simple caída en el baño terminó en una fractura de cadera. Después de la cirugía, su recuperación fue lenta, y aunque físicamente salió adelante, su ánimo cambió. Perdió seguridad. Sus hijas lo dicen claro: “Ya no es el mismo desde que se cayó”.
Historias como la suya nos recuerdan que la prevención no es exageración, es sentido común. La densitometría no es solo una prueba médica: es una oportunidad. Un aviso temprano. Un momento para decir: “Aún estamos a tiempo”.
Por eso, cuando hablamos de este estudio, no lo hacemos desde el miedo, sino desde el cuidado. Desde el cariño hacia nuestros pacientes, nuestras madres, nuestros abuelos, nuestras tías… hacia todos los que todavía están a tiempo de evitar lo que sí se puede evitar.
¿Qué pasa después del estudio?
Hacerse una densitometría ósea es solo el primer paso. Lo que realmente marca la diferencia es qué hacemos con ese resultado. Porque conocer tu densidad ósea no tiene sentido si no tomas decisiones a partir de ahí.
Cuando el estudio indica que hay una pérdida ósea —ya sea osteopenia o incluso osteoporosis— no significa que ya estás condenado a fracturarte. Al contrario, lo que te está diciendo el cuerpo, a través de ese papel, es: “Aún estás a tiempo de prevenir.”
Y aquí es donde entran las acciones concretas. En muchos casos, los primeros pasos no son medicamentos. Se empieza por ajustar el estilo de vida: mejorar la alimentación (más calcio, vitamina D), incorporar ejercicios que fortalezcan los huesos y los músculos (como caminar, subir escaleras o ejercicios de resistencia), y corregir hábitos que afectan el hueso, como el tabaquismo o el consumo excesivo de alcohol.
También es importante revisar qué medicamentos estás tomando. Algunas personas usan corticoides, inhibidores de aromatasa o anticonvulsivos sin saber que están afectando sus huesos. En esos casos, se puede ajustar la dosis o tomar medidas para proteger el hueso mientras se siguen esos tratamientos.
En otros casos, cuando el riesgo de fractura ya es alto, es posible que el médico recomiende iniciar tratamiento farmacológico específico para fortalecer los huesos. Existen diferentes opciones, dependiendo del caso: desde medicamentos que disminuyen la pérdida de masa ósea hasta aquellos que ayudan a formar hueso nuevo. Y todos ellos requieren seguimiento médico, porque como en todo tratamiento, lo importante es usarlo bien, en el momento adecuado y con el acompañamiento correcto.
Recuerdo bien a la señora Paula, una paciente de 61 años, muy activa, que se hizo el estudio por iniciativa propia, “solo para ver cómo andaba”. Su T-score indicaba osteopenia, y el riesgo de fractura a 10 años era intermedio. Decidimos no iniciar tratamiento farmacológico de inmediato, pero sí trabajamos con ella en una rutina de ejercicios y una dieta rica en calcio. Un año después, en el control, su densidad ósea se había estabilizado. Y más importante aún: su actitud hacia el cuidado de su salud cambió por completo.
Porque ese es el verdadero valor del estudio: te da información, pero también te da poder. El poder de prevenir. De actuar antes. De hacer algo que puede parecer pequeño, pero tiene un gran impacto en tu futuro.
Así que, si ya tienes tu resultado, no lo dejes en un cajón. Revísalo con tu médico. Haz un plan. Y si aún no te has hecho la densitometría pero estás dentro del grupo de riesgo, este es el momento de dar el paso.
Tu salud ósea no espera. Pero tú sí puedes adelantarte.
¿Cuándo y dónde hacerse la densitometría?
Una de las preguntas más comunes que escuchamos es: “¿Y a qué edad tengo que hacerme ese estudio?” La respuesta depende de varios factores, pero hay algunas recomendaciones claras que pueden servirte de guía.
En general, toda mujer mayor de 65 años y todo hombre mayor de 70 años debería hacerse una densitometría, aunque nunca haya tenido fracturas ni síntomas. Pero también se recomienda antes de esa edad si ya hubo una fractura con una caída leve, si se atraviesa por menopausia temprana, si se tienen antecedentes familiares de osteoporosis, o si se usan medicamentos que debilitan los huesos, como los corticoides.
También es útil en pacientes con enfermedades crónicas como artritis reumatoide, enfermedad renal, enfermedad pulmonar crónica o diabetes. En todos esos casos, la densitometría no es un lujo: es una necesidad silenciosa.
Ahora, una vez hecho el estudio, la frecuencia del seguimiento depende del resultado. Si tus huesos están en buen estado, puede repetirse cada 2 o 3 años. Si hay osteopenia u osteoporosis, tu médico decidirá cuándo repetirla para evaluar si el tratamiento o los cambios que hiciste están funcionando.
Y algo muy importante: el lugar donde te haces el estudio también cuenta.
No todos los centros tienen el mismo tipo de equipo, ni el mismo cuidado al realizar e interpretar el estudio. Un buen equipo, bien calibrado, puede detectar cambios mínimos en la densidad ósea con precisión. Pero si el aparato está desactualizado o mal operado, puede darte resultados erróneos que te lleven a preocuparte de más… o, peor aún, a ignorar un riesgo real.
Además, no se trata solo del equipo: se trata del trato humano. Que te expliquen, que te escuchen, que te orienten. Que salgas con respuestas, no con más dudas.
Por eso, si vives en Sabinas, en Nueva Rosita o en la Región Carbonífera, te invitamos a hacerte este estudio con nosotros. Aquí puedes encontrar tecnología confiable, atención profesional y, sobre todo, personas que te entienden y se preocupan por ti. Sin filas, sin traslados lejanos, y con la certeza de que tu salud está en buenas manos.
A veces, en tan solo 15 minutos puedes obtener una señal que te ayude a prevenir una fractura, mantener tu independencia y seguir con tu vida sin interrupciones.
La pregunta es: ¿vas a esperar a que algo se rompa… o vas a hacer algo antes?
Conclusión
A veces, lo más importante es aquello que no se ve. La pérdida de masa ósea no da síntomas. No avisa. No duele. Pero cuando se manifiesta, muchas veces lo hace con una fractura… y para entonces, ya es tarde.
La densitometría ósea es una herramienta sencilla, rápida y poderosa que puede marcar una gran diferencia en tu calidad de vida. En solo 15 minutos, puede darte una visión clara del estado de tus huesos y ayudarte a prevenir lo que podría cambiarlo todo.
Este estudio no es solo para quienes ya se han fracturado. Es, sobre todo, para quienes no quieren llegar a ese punto. Es una forma de cuidarte antes, de actuar con inteligencia, de tomar decisiones que te mantengan activa, fuerte, independiente.
Si estás en ese momento de la vida en el que empiezas a preguntarte cómo cuidar mejor tu salud… esta puede ser una gran respuesta. Y si eres cuidador, hija, hijo, familiar o médico de alguien que entra en ese grupo de riesgo, invítalo. Acompáñalo. Tal vez no lo diga, pero tu preocupación puede ser el impulso que necesita.
Prevenir es un acto de amor propio. Y también de amor hacia quienes te rodean.
Consulta si es el momento de hacerte una densitometría. No esperes a que algo se rompa. Haz algo antes.